Si establecer un emprendimiento cualquiera no es tarea fácil, sobre todo cuando no se tiene experiencia previa y se enfrentan dificultades para acceder al crédito necesario para financiarlo, más cuesta arriba resulta establecer un emprendimiento personal o comunitario sostenible.
Sostenibilidad y rentabilidad en el Amazonas
Un emprendimiento sostenible implica la creación de una actividad mercantil que tenga en cuenta dos elementos.
El primero es que el emprendimiento sea rentable, es decir, que proporcione ganancias y no pérdidas.
El segundo es que esa actividad de ninguna manera provoque un daño ambiental, ni atente contra las costumbres y los valores éticos de la comunidad donde se realice.
Y si estas dificultades no bastan, hay que agregarle un tercer elemento: llevarlo a cabo en territorio amazónico, de alta vulnerabilidad ecológica y de comunidades indígenas nativas de alta sensibilidad, que responde a valores distintos a los que prevalecen en las sociedades humanas penetradas por el consumismo y el criterio de la rentabilidad económica por encima del criterio de sustentabilidad ecológica.
Difícil acceso y explotación
Los productos amazónicos no son de fácil accesibilidad en los mercados urbanos, incluso de las grandes ciudades cercanas a la cuenca amazónica.
Esa condición se hace más compleja cuando se observa la falta de comunicación interna en la cuenca amazónica, entre región y región. Las distancias entre las ciudades amazónicas son largas y dificultosas.
No existen comunicaciones por vía terrestre para salir a los mercados externos a la región. La mayor parte de las comunicaciones se hacen por vía fluvial con grandes demoras.
Lo que se agrava al considerar su comercialización para atender a la demanda de los mercados urbanos de las ciudades. Exportarlos para hacer posible el funcionamiento de restaurantes amazónicos en grandes ciudades como Nueva York, San Francisco, Chicago, París, Londres, Tokio, etc., es casi una utopía. El que lo haga se hará millonario.
Para hacerlos accesibles, se requieren casi siempre algunos pasos previos, que solo pueden superarse cuando hay una verdadera vocación conservacionista de la naturaleza y de respeto a la cultura de las comunidades indígenas.
Emprendimientos gastronómicos
Pongamos un ejemplo. En Brasil se desarrollan con gran entusiasmo varias propuestas de cocina amazónica, en grandes ciudades como Río de Janeiro, Brasilia y Sao Paulo, que están fuera del circuito comercial amazónico.
Y los productos deseados no se consiguen con regularidad en los mercados urbanos, en las condiciones de calidad necesarias para garantizar una cocina de alta calidad, con ingredientes frescos.
En esas condiciones de irregularidad del suministro a tiempo, en la frescura deseada, es muy difícil soportar propuestas de cocina amazónicas fuera de ciudades como Manaos o Belem do Pará.
Uno de los mejores cocineros del mundo es Alex Atala, que tiene varios restaurantes en Brasil. El más reconocido es D.O.M., en Sao Paulo, inaugurado en 1999. Pero ha abierto otros: Acougue Central (carnicería-restaurante), Bio (restaurante de cocina saludable y de producción ecológica, donde el desperdicio es mínimo).
Atala se dio cuenta de que la vulnerabilidad de sus emprendimientos estaba en la accesibilidad del producto.
Empezó, entonces, con un grupo de amigos, a lanzar el Manifiesto del Instituto Atá, en 2013 para regularizar la cadena del alimento amazónico, porque, hasta ese momento, la cadena estaba dividida en tres grandes eslabones: el conocimiento (los investigadores científicos), la producción (los productores) y el consumo (los distribuidores, los cocineros y los consumidores), y se propuso conectarlos.
Con ese fin, entre otras iniciativas, se creó una sección de productos amazónicos en el mercado más grande de Sao Paulo. Buscaba, así, estimular a los intermediación necesaria para que el producto llegara a los grandes mercados, haciéndolo accesible a los restaurantes y a los hogares brasileños.
Emprendimientos en la amazonía peruana
Otro ejemplo es el de la Amazonía peruana. La ciudad más importante de la región es Iquitos, una ciudad donde funcionan varios mercados donde se encuentra una enorme variedad de productos amazónicos: frutas, especialmente drupas de palmeras, una amplia oferta de pescados de río (producidos también en piscinas de acualcultura), de insectos comestibles, tubérculos y raíces farináceas, hierbas aromatizantes, hongos comestibles, carnes de animales de monte y de río, inflorescencias de palmeras, plantas medicinales y estimulantes, etc.
En Iquitos (La Mishquina, de Pilar Agnini) y en Tarapotó (La Patarashca, de Elía García) se encuentran buenos, pero pocos, restaurantes de cocina amazónica.
A Iquitos solo puede arribarse por vía aérea desde Lima (1: 30 h). Por vía fluvial se puede acceder a Iquitos desde Yurimaguas (por la vía fluvial de los ríos Huallaga-Marañón-Amazonas).
Y desde Lima-Tarapoto-Yurimaguas se puede viajar en bus, en un largo recorrido de unos 1.500 km, en unas 25 horas. En esas condiciones, las comunicaciones mercantiles de Lima con la región Loreto, el corazón de la Amazonía peruana, son largas, demoradas y costosas. Abastecer de productos amazónicos al Perú urbano del litoral o de los Andes es difícil, aunque no imposible.
Habría que hacer un estudio de mercado de la demanda urbana para seleccionar los productos que puedan ser llevados por vía aérea. Exportarlos es una odisea, pero es posible. Las dificultades las ha vencido en parte un cocinero peruano, el reconocido chef Pedro Miguel Schiaffino, quien es un exitoso empresario de la restauración gastronómica en Lima, donde regenta Malabar y Amaz. Con el esfuerzo de productores, intermediarios y cocineros se ha logrado llevar algunos productos amazónicos a los mercados municipales de Lima.
Distribuir productos amazónicos en la grandes ciudades fuera de la cuenca amazónica es un gran, aunque complicado negocio. En particular si se toma en cuenta que algunos de esos productos altamente perecederos, la mayoría no climatéricos, que deben ser procesados con rapidez. Pero no toda las regiones de la cuenca amazónica son tan aisladas como la peruana, la colombiana o la venezolana.
Ventajas de la Amazonía ecuatoriana para el emprendimiento
En términos relativos los productos amazónicos son más accesibles en la amazonía ecuatoriana, por su más fácil y corto acceso, y por la existencia de comunidades indígenas nativas organizadas, ubicadas cerca de ciudades, como Puyo.
Un emprendedor que pretenda distribuir productos amazónicos debe pensar en esa posibilidad. Y establecer sistemas de comercio justo con los grupos indígenas recolectores o cultivadores de los productos. Eso no es difícil.
La guayusa: ¡un caso de éxito!
Contaré una experiencia alentadora. Hace varios años llegaron a la Amazonía ecuatoriana dos jóvenes estudiantes estadounidenses. Iban a recoger información para elaborar su tesis de grado universitaria.
La hicieron sobre la guayusa (Ilex guayusa), un árbol de los acebos que crece hasta 30 m de altura. Sus hojas verdes, que son procesadas para secarlas, contienen varios estimulantes (cafeína, teobromina, teína), que se utiliza tradicionalmente entre los indígenas por sus propiedades estimulantes y antioxidantes.
Los jóvenes recogieron información para su tesis y llevaron hojas secas de guayusa a su regreso a Estados Unidos.
Al cabo de poco tiempo regresaron para comenzar un emprendimiento comercial con la exportación de las hojas a su país.
Hicieron una empresa, que desarrollaron, hasta que recibieron una buena oferta de una empresa mayor para desarrollar ese negocio.
Pero no se trata solo de exportar la materia prima. Se puede y debe agregarle valor al procesamiento, interviniendo las partes útiles de la planta en el lugar de recolección o de plantación, con el fin de reducir considerablemente los costos de transporte.
En muchos casos se pueden elaborar esencias, extractos, polvos, etc.. Así se puede proceder con los frutos e inflorescencia de una palmera común en toda la Amazonía, que se conoce como acaí, asaí, hasaí, naidí, manaca, palmito, cuyo nombre científico es Euterpe precatoria, E. oleracea.
Grandes potencialidades
Pero así como el acaí, hay en la cuenca amazónica más de 130 especies, pertenecientes a 44 géneros, que crecen particularmente en la zona baja y que pueden ser objeto de comercialización.
Entre ellas, hay, además del acaí, varias palmeras muy abundantes como el aguaje (Mauritia flexuosa), el pijuayo (Bactris gasipaes) y el Ungurahui (Oenocarpus bataua).
El capítulo de las frutas amazónicas es muy amplio, y de grandes posibilidades para el comercio exterior. Desafortunadamente muy pocas de estas frutas se cultivan de manera regular, y la gran mayoría crece en la selva de manera silvestre, encontrándose de manera estacional, aparte de que son casi desconocidas fuera de su entorno y de muchas se desconocen sus propiedades nutricionales o sus componentes bioquímicos.
Una de ellas es, por ejemplo, el camu camu (Myrciaria dubia), una baya esférica que tiene un altísimo contenido de vitamina C.
O la sacha inchi, o maní de los incas (Plukenetia volubilis), una planta de las euforbiáceas, que es una excelente fuente de ácidos grasos insaturados y de tocoferoles y antioxidantes.
El fruto de esta planta puede ser descascarados o deshidratados, utilizando maquinarias sencillas, de precios accesibles y que se encuentran disponibles en el mercado.
El Dr. Rafael Cartay es un economista, historiador y escritor venezolano mejor conocido por su extenso trabajo en gastronomía, y ha recibido el Premio Nacional de Nutrición, el Premio Gourmand World Cookbook, Mejor Diccionario de Cocina y El Gran Tenedor de Oro. Inició sus investigaciones sobre la Amazonía en 2014 y vivió en Iquitos durante 2015, donde escribió La Tabla Amazónica Peruana (2016), el Diccionario de Alimentos y Cocina de la Cuenca Amazónica (2020), y el portal en línea delAmazonas.com, de del cual es cofundador y escritor principal. Los libros de Rafael Cartay se pueden encontrar en Amazon.com
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