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El escenario de la cosmovisión indígena y los mitos amazónicos

septiembre 6, 2020
cosmovisión amazonica parte 3 LOW

Una de las características más resaltantes desde la perspectiva de la cosmovisión amazónica es que casi todos los seres vivientes de las distintas especies, mayormente animales y algunas plantas, están, de manera general, en el mismo plano, incluyendo los seres humanos. 

Descola (2013) lo llama “humanidad reflexiva y generalizada, en el que cada especie se ve a sí misma como humana”. 

Ven como animales o como humanos al otro, pues todos son capaces, en potencia, de verse recíprocamente como humanos (Mazzoldi 2017). 

Uno de ellos es el ser humano, que actúa con el fin de correlacionar las percepciones y las acciones de los seres, como si fuera un director de orquesta, donde todos los músicos, incluido el director, forman parte de la misma orquesta. 

Índice

Los dueños, dioses tutelares o espíritus de la naturaleza

Por ejemplo, un indígena decide ir a pescar, probablemente motivado por una carencia de alimentos. Pero tiene que cumplir antes  unos requisitos, como el que debe  pedir permiso al “dueño” de los peces y no abusar de la extracción de peces por encima de sus necesidades familiares o comunitarias. 

Es decir, entre la naturaleza y el ser humano existe la mediación de una deidad que aparece como el dueño” o “señor” del recurso natural. 

El pensamiento o cosmovisión corresponde a “una cadena causal de actos mentales”, que finaliza con una acción y un comportamiento (Díaz 2008). 

Esos actos mentales se producen en los individuos. 

Como los individuos son, en esencia, seres sociales, esos actos se expresan a nivel del grupo o de la comunidad, originando un proceso colectivo, que se va distanciando de su origen concreto, para volverse cada vez más abstractos o generales. 

De allí nacen modelos cognoscitivos y normas que se pueden aplicar en casos concretos. Esos modelos forman una red relativamente coherente integrada por  los actos mentales de una colectividad. 

Esa red colectiva le sirve a la sociedad en un cierto momento histórico para aprehender el universo en forma holística.

Ese acto mental colectivo, que consideramos cosmovisión o pensamiento autóctono,  es el resultado de un nudo de conexiones de distintos elementos, entre ellos los culturales, que son transmitidos por la tradición, y que cada individuo que nace lo recibe como herencia (López-Austin 2012).  

Los 2 modos de existencia de la cosmovisión amazónica

En la concepción amazónica hay dos modos de existencia: el modo primario y el modo secundario. 

En el modo primario casi todas las especies existentes son virtualmente humanos, sin que desaparezca la apariencia humana o animal que tenga. 

En el modo secundario los individuos de cada una de las especies animales se consideran como si fueran “humanos”, y miran a los demás como meros animales, incluyendo al ser humano (Mazzoldi 2017).  

Los animales, y algunas plantas  tienen, para los indígenas de la Amazonía peruana, colombiana, boliviana y ecuatoriana,  algunos elementos idénticos a los humanos,  tales como compuestos anímicos  parecidos a los de los humanos (Vaca-Moras 2008). Aunque presenten algunas limitaciones para poder equipararse a los humanos. 

El cuerpo en la cosmovisión amazónica

Una de las más notables limitaciones es la del cuerpo o, mejor dicho, la exterioridad material (Vacas-Moras 2008). El cuerpo actúa  en esas relaciones como diferenciador taxonómico y organizador de perspectivas (Viveiros de Castro 1996).  

En la cosmovisión amazónica el cuerpo no es un elemento fisiológico anatómico heredado biológicamente, si no “un sustrato en continua construcción donde reposan la memoria, los afectos o las emociones” (Descola 1997). 

Esos atributos que tienen los  animales y algunos vegetales les permiten desarrollar ciertas  capacidades reflexivas y de autoconciencia con las que  pueden relacionarse con los humanos, y que  Descola relaciona con el animismo.  

Por otra parte, el cuerpo no es solo un elemento dado biológicamente, si no una construcción permanente que se nutre de relaciones sociales.

Para la etnia Bari, por ejemplo, que vive en la frontera colombo-venezolana, el cuerpo está formado por una mezcla de semen y sangre menstrual, y va siendo construido a través de la alimentación y  de trozos de fluidos corporales de  sus padres, hermano y parientes próximos  (Vacas-Moras 2008). 

El lenguaje en la cosmovisión amazónica

Otra limitación es la del lenguaje. 

No obstante, todos los animales poseen sistemas de comunicación especializados. 

Algunos muy desarrollados, como es el caso del delfín, el manatí, los primates,  algunas aves, las abejas (Hillix, Rumbaugh 2004). Derrida  (1971, 2008) presenta también,  investigaciones sobre el lenguaje de los delfines, primates, aves, manatíes, hormigas, etc., que se comunican emitiendo feromonas (sustancias químicas para transmitir mensajes que provocan comportamientos específicos en individuos de la misma especie) para señalar su rastro e indicar, por ejemplo,  una fuente alimenticia. 

O de otra forma, orinando para demarcar su hábitat, en los casos de “territorialidad” animal. O arañando y frotando su cuerpo sobre los troncos de los árboles para marcar la ruta.

Marcuso y Viola (2015) señalan, por su parte,  algunos casos de inteligencia en las plantas. 

En la cosmovisión amazónica los dos modos de existencia, mencionados anteriormente, siempre están presentes. 

El mundo otro

El modo existencial primario es el “mundo otro”, el ámbito de las imágenes, donde ocurren las metamorfosis, un mundo de transformaciones reversibles que afectan el espacio y el tiempo, la vida y la muerte, y donde operan todas las leyes que explica la física. 

En el mundo otro o primario, un ámbito anterior al modo o mundo secundario, moran los seres transformadores con capacidad de intervenir e influir en el modo secundario independientemente del tiempo y el espacio (Mazzoldi 2017). En ese mundo los seres son antropomórficos, humanos vitales, capaces de asumir cualquier forma y sustancia.  

El mundo este

El modo existencial secundario es el “mundo este”, ámbito de los fantasmas, donde los sucesos están regidos por el tiempo y el espacio.

En ese modo o mundo los cuerpos de los seres vivos son de diferente naturaleza, forma que le quedará fijada. Pero pueden alcanzar otras apariencias, o corporalidades, en el mundo otro. 

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