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Manaos: una experiencia gastronómica y cultural

mayo 3, 2022
Manaos

Manaos es una exótica ciudad de casi 2, 3 millones de habitantes, capital del estado Amazonas. Que no es cosa simple. El estado Amazonas, en el noroeste del país, con sus 1.570.745 km2, es el estado más grande del Brasil, pero supera en superficie a Perú (1.285 mil Km2) o a Colombia(1.142 mil km2), que figuran,  junto con Argentina, entre los países más grandes de América del Sur. El estado Amazonas es más de dos veces mayor que España.  

Manaos es una ciudad singular, muy calurosa y de alta humedad atmosférica. Extravagante, deslumbrante, exagerada. Desde el tiempo de la explotación del caucho por los sanguinarios barones del caucho, que esclavizaban a los indígenas amazónicos, se fue labrando su historia de fábula, que tuvo su cima en el teatro Amazonas, inaugurado en 1896,  para representaciones de ópera en pleno centro de la selva amazónica brasileña. Ese día se escenificó La ópera La Giocondia, de Ponchielli. Las riquezas derivadas de la explotación del caucho, una materia prima estratégica para la naciente industria automovilística,  daban para todo: tren eléctrico, iluminación con arco voltaico, los primeros talleres de fotografía, las primeras salas de cine en todo Brasil. No se ahorró  en nada para construir y decorar el Teatro Amazonas: mármol de carrara, lámparas gigantes de Sévres,  cristalería de Murano.  La película Fitzcarraldo, del cineasta alemán Werner Herzog, nos muestra el esfuerzo gigantesco para construir ese lujoso teatro en plena selva. 

Igual pasó con otra de sus grandes atracciones: el Palacio de Río Negro, mandado a construir, entre1903 y 1911, por Waldemar Scholz, un comerciante alemán de caucho. Cuando decae la venta de caucho brasileño ante la feroz competencia del caucho proveniente de Asia, más barato,  el comerciante se vio obligado a vender su Palacio para no caer en la ruina económica. Y el edificio pasó a la administración estadal para convertirse primero, en sede del gobierno, y luego, en una edificación  turística para recordar a los visitantes nacionales y extranjeros la cruel historia de la explotación del caucho en la Amazonía brasileña.  

Aparte de Manaos, hay otras pujantes ciudades en el estado Amazonas: Manacapuru, Tefé, Itacoaticara, Parintins. En esta última ciudad  isla se celebra, desde 1965,  en la última semana del mes  de  junio,  uno de los más grandes festivales folclóricos de Brasil, el Festival de Parintins, en la margen derecha del caudaloso río Amazonas, a 420 km de Manaos.  Tres días de baile, música, teatro y fuegos artificiales, animado por la competencia entre dos equipos, el Boi Garantido, con vestimenta de color ojo, y el Boi Caprichoso, de color azul. 

Manaos es también una excelente oportunidad para disfrutar de los manjares amazónicos, quizás los más auténticos del  país, que relatan la historia, tanto  de la herencia indígena nativa, como la de la pujante mezcla con la cultura de ascendencia africana, del mestizo y el colono blanco. Manaos no goza de la fama gastronómica de otras ciudades amazónicas como Belém do Pará, pero si cuenta con buenos restaurantes, tanto populares, situados en el Mercado Municipal Adolpho Lisboa (donde se puede degustar la gran variedad de pescados amazónicos: tacunaré, jaraquí, surumbim, matrinxa, pacu,  y el pirarucú o paiche),  como de alta cocina, dispersos en la ciudad, algunos ubicados cerca de los principales atractivos arquitectónicos  como el Teatro Amazonas o el Palacio de Río Negro. Entre ellos destacan el Acaí y Companhia, Canto de Piexado, Delicias Caseiras, Restaurante Giratório, Cafeteria do Largo, restaurant Balzeiro, Sabor a Mí, Domus, Tambaqui da Banda. Los platos más representativos de la gastronomía amazonense son, como ocurre también en otras partes de la Amazonía, que se expresa en sus productos regionales y en la ascendencia cultural de sus agentes culinarios,:

  • el tacará (una sopa ligera con mandioca o yuca y jambú, la hierba que adormece los labios y que es muy estimada en toda la Amazonía),
  • pirao (masa de harina de mandioca),
  • el pato no tucupi (pato con tucupi, berro y harina de mandioca tostada),
  • el pirarucú en casaca (el pez con plátano verde, harina, pasas, huevos cocidos, aceituna, etc.), 
  • el bolo de macaxeira (un pastel grueso hecho con harina de mandioca, cubierto con chocolate o mermelada),
  • el pudín de copoazú (un postre elaborado con pulpa de copoazú, mantequilla, huevos, harina de trigo, azúcar),
  • la tapioquinha (panque con almidón de mandioca, cubierto con alguna pulpa de fruta o mermelada). 

Por todas partes, uno se consigue con  el copoazú (cacao blanco amazónico), el tucupi (líquido venenoso extraído el procesamiento de la yuca brava o amarga, y que es desintoxicado con una cocción suave y prolongada), la mandioca (la yuca) y sus derivados como la tapioca (almidón o harina de la raíz de yuca),  el acaí (drupa de color morado intenso de la palmera Euterpe oleracea) y los suculentos peces de agua dulce, algunos de gran tamaño. 

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