Si yo fuera sastre, y Dios me pidiera que le confeccionara un traje al planeta Tierra, me metería en problemas. ¿De dónde sacaría yo tanta tela para moldear ese gigantesco cuerpo? ¿Para cubrir 510 millones de km2, del cual 70 % es de agua y 30 % de tierra? ¿Cómo moldear ese cuerpo que se extiende 40.000 km de largo rodeándole la cintura, que mide 6.265 km desde la cabeza, en el polo norte, hasta los pies, en el polo sur? ¿Cómo ajustar esa cintura que mide unos 12.756 km de ancho, medida a la altura del ombligo? ¿Cómo confeccionar un vestido que satisfaga a esa viejecita coqueta , que es la Tierra, que acumula unos 4.543 miles de millones de años? ¿Cómo haría yo, ese traje a la Tierra, para no defraudar a Dios?
Dios enseña, además, que la complejidad puede simplificarse si se la descompone en pedacitos que permitan una mejor comprensión de una unidad tan grande.
Un traje a la medida de la Amazonía quizás sea una mejor idea. La porción terrestre del planeta, un 30 %, equivale a 153 millones. Y de ese total más o menos 7 millones, 3,3 %, corresponden a la cuenca de la Amazonía, agregándole la cuenca del Orinoco. Es más fácil, sin duda, hacerle a esa región un traje pret-a-porter, que nos permitiera proteger su delicada piel y la frágil estructura de sus formas de las incursiones depredadoras de los que quieren usurparla, degradarla, mancillarla. Al ser deforestado el bosque, degradado el suelo, contaminado el agua de la cuenca, se está produciendo graves daños a la biodiversidad, en una de las áreas con mayor biodiversidad del planeta. Se está debilitando una de las herramientas más eficaces que el planeta tiene para mitigar los efectos del cambio climático, secuestrando la emisión creciente de tóxicos gases de efecto invernadero.
Pero, en verdad, ¿quién la ha protegido, quién la protege, quién la protegerá?
Una simple revisión de los protectores de la Amazonía da cuenta de las comunidades indígenas selváticas, que han vivido junto a ella y con ella, durante miles de años, manteniendo un equilibrio razonable. Y aunque lo hubieran querido, resultaría una tarea imposible para las comunidades indígenas explotar crecientemente sus recursos naturales, expoliándolos para sobrevivir. Dos razones explican esa imposibilidad. Una es la carencia de una tecnología idónea para hacerlo en una dimensión de gran escala: ¿cómo deforestar y cultivar a esa escala? La otra, es ¿con qué propósito hacerlo? Se carecía tanto de la ideología que justificara esa creciente explotación (no existía un modo de producción, ni el desarrollo de las fuerzas productivas que lo justificara), como de un nivel de demanda que lo exigiera. El costo social, y económico, de una empresa tal sería muy alto, insostenible y sin sentido acometerlo. Las sociedades cometen errores graves, y afrontan riesgos que pueden debilitarlas y hacerlas desaparecer, pero no tienen tendencia al suicidio colectivo. Lo que muestran es una clara vocación por la perdurabilidad, aunque no siempre lo consigan.
En la Amazonía han muerto centenares de miles de indígenas defendiendo su derecho a la tierra, sus costumbres, su cultura y su vida. Muchos de ellos, demasiados, han pagado con su vida la defensa de su territorio y de su cultura.
Pero otros, muchos, también han muerto defendiendo, por pura empatía con la causa de los indígenas y la defensa del medio ambiente.
La causa de sus hermanos indígenas cuyos derechos han sido constantemente vulnerados, en especial desde el siglo XVI, con los bandeirantes, aventureros portugueses que traficaban con los indígenas brasileños con sus organizaciones de bandeiras. O desde el siglo XIX con los ricos, y crueles, barones del caucho, que torturaron, asesinaron o desplazaron indígenas en toda la cuenca amazónica para hacerse del caucho que comercializaban en el mercado internacional, dejando tras sí un genocidio indígena, mientras se enriquecían sin medida. O, desde el siglo XX, la creciente deforestación del bosque amazónico para ampliar la frontera agrícola, expandiendo las áreas de monocultivo de soja o de palma africana, y de las fincas ganaderas para satisfacer las exigencias del mercado agroalimentaria mundial. O, también desde el siglo XX, la creciente contaminación de los ríos amazónicos por la acción despiadada de los garimpeiros en sus actividades de minería ilegal.
Muchos han muerto por defender la casa de todos. El complejo bosque-suelo-agua vital para nuestra supervivencia y bienestar en el planeta. El hogar nuestro y el de los que nos sucederán en la casa común.
Hay muchas formas de contribuir a defender y a preservar la integridad de la Amazonía. Dentro y fuera de la cuenca. Incluso, viviendo a miles de kilómetros de ella. Enseñando a la gente el valor de la cuenca, sus recursos, el maravilloso prodigio de su patrimonio que debe ser preservado y transferido en el tiempo, como una herencia de un valor inconmensurable para la transmisión de la vida.
¿Existe una reflexión ética y un compromiso moral con la suerte de la Amazonía y lo que ésta alberga? Esa es la pregunta que cada uno de nosotros, los preocupados por el medio ambiente y la gente de la Amazonía, debe hacerse.
Cada uno escoge su tarea y su manera de servir y amar a la Amazonía. Nuestro compromiso moral en la defensa de la Amazonía es la trinchera de la investigación y la divulgación del conocimiento de la Amazonía. Por esa razón creamos este portal, delamazonas. Un portal sin fines de lucro ni de protagonismos inútiles. Un portal que está abierto para que usted lo haga suyo y contribuya a la cruzada por una mejor Amazonía.
El Dr. Rafael Cartay es un economista, historiador y escritor venezolano mejor conocido por su extenso trabajo en gastronomía, y ha recibido el Premio Nacional de Nutrición, el Premio Gourmand World Cookbook, Mejor Diccionario de Cocina y El Gran Tenedor de Oro. Inició sus investigaciones sobre la Amazonía en 2014 y vivió en Iquitos durante 2015, donde escribió La Tabla Amazónica Peruana (2016), el Diccionario de Alimentos y Cocina de la Cuenca Amazónica (2020), y el portal en línea delAmazonas.com, de del cual es cofundador y escritor principal. Los libros de Rafael Cartay se pueden encontrar en Amazon.com