Mucho antes de la ocupación humana de la Amazonía, se produjo la formación del escenario de la América del Sur, donde está enclavada la cuenca amazónica.
La formación del subcontinente
Los especialistas consideran que la masa terráquea conocida como Pangea, comenzó a resquebrajarse, por la acción de placas tectónicas, hace 400 millones de años. La corteza terrestre se fragmentó formándose los continentes.
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Hacia unos 240 millones de años se separaron dos grandes bloques, que ahora conocemos como Asia y América. Debido a la ocurrencia de glaciaciones se formó un puente que conectaba esas dos partes: era el puente de Beringia, que aparecía y desaparecía., de acuerdo con la magnitud de las glaciaciones En la primera glaciación, hace unos 150.000 años, se formó el corredor, permaneciendo activo durante unos 4.000 años. Con la segunda glaciación, entre 25.000 y 10.500 años, reapareció el puente. Tenía cerca de 1.500 m de ancho, y entre 30 y 50 m de profundidad. Se creyó inicialmente que por ese puente, durante la segunda glaciación, se produjo el paso de animales y plantas del Asia a América del Norte. Las plantas no caminan, pero pueden ser trasladados de lugar el polen de las flores y las semillas (reproducción sexual) o los tallos (reproducción asexual).
Se cree que por ese puente de tierra e hielo pasaron las primeras migraciones humanas hacia América. No de un solo origen, sino de varios. Al menos conformaban dos grandes grupos: los que venían del norte de Siberia y los que procedían del noreste de Asia, probablemente los primeros americanos. Otros creen que ese puente no fue la única vía, y hay discusiones sobre el período en que ocurrieron las migraciones. Se estima que el puente era una vía incierta, y para algunos impracticable durante un largo período. No contaba con vegetación, y no había refugios para resguardarse de las altas temperaturas, ni se disponía de alimentos durante el trayecto. Algunos indican que otra vía de ingreso fue bordeando las costas de lo que es, ahora, el océano Pacífico
Luego, hacia 240 millones de años, se produjo la fractura que separó Ámérica del Norte y América del Sur. Entre 150 y 120 millones de años se separaron África y América del Sur, y se definió el océano Atlántico, que emergió entre esas dos partes. Muchos más tarde, hace unos 2,3 millones de años, surgió el istmo de Panamá, permitiendo el intercambio de seres vivos entre América del Norte y Central y América del Sur, y separando las aguas oceánicas: de una parte, las del Pacífico, y de la otra, las del Atlántico. Por allí llegaron las primeras migraciones humanas a América del Sur, procedentes de América del Norte.
2 grandes eventos geológicos
Es importante anotar, además, que en la historia geológica de América del Sur hay dos grandes eventos, que constituyeron los dos grandes accidentes geográficos sudamericanos: la cordillera de los Andes y la cuenca del Amazonas. La cordillera de los Andes, la cadena montañosa más larga del planeta, con cerca de 8.000 km, se formó hace unos120 millones de años, por la subducción, o deslizamiento, de la placa de Nazca por debajo de la placa de la plataforma sudamericana, produciendo una presión que ocasionó el levantamiento inicial de la cordillera. Al levantarse la parte oriental de la cordillera andina, se creó un inmenso lago de casi 1 mm de km 2, el lago Pebas. Al vaciar sus aguas hacia el océano Atlántico, por el levantamiento final de los Andes, hace unos 2,4 millones de años, se constituyó el espacio amazónico de cerca de, 7.000 a 7.500.000 km2, afectando la superficie de ocho países, en torno a la cuenca del gran río Amazonas, el río más largo y caudaloso del mundo, que recoge, directa o indirectamente, más de 1.000 afluentes, algunos muy importantes, por su longitud y caudal, como el Putumayo, Napo, Madera, Negro, Ucayali, Marañón.
La ocupación del subcontinente
No se cuenta con fechas precisas sobre los procesos de formación del subcontinente sudamericano, y de sus grandes accidentes geográficos, como hemos visto, ni tampoco sobre su proceso de ocupación.
Sobre su ocupación hay, no obstante, dos teorías. La de la ocupación tardía, entre 14.000 y 12.000 de antigüedad, postulada por Thomas Lynch, y la de la ocupación temprana, con mayor aceptación, que ubica la ocupación del subcontinente entre 30.000 y 25.000 años, durante el Pleistoceno tardío.
3 líneas de investigación
Algunas investigaciones, la mayoría realizadas en 2018, aplicando el método de genética de las poblaciones, ha arrojado algunas luces sobre el proceso de ocupación de América del Sur.
La primera es que mostraron que la ocupación se realizó rápida y desigualmente, y en varias oleadas. Hacia 14.400 años ya se habían instalado humanos en el sitio de Monte Verde, ubicado en el extremo sur, en la Patagonia chilena. Una investigación liderada por investigadores daneses, publicada en la revista Science, basada en el examen de 15 genomas antiguos sudamericanos, encontró que seis de ellos tenían una antigüedad mayor de los 10.000 años. Eran grupos pequeños de cazadores recolectores que se desplazaban rápidamente. En el trayecto se iban mezclando individuos de una y otra oleada de migrantes.
Otra investigación, publicada en la revista Cell, reportó que se produjeron al menos tres oleadas migratorias con dirección norte a sur, provenientes de Alaska, que habían cruzado el estrecho de Bering, o puente de Beringia, hacía unos 15.000 años.
La tercera investigación, esta vez aparecida en Science Advances, estableció que los primeros pobladores, que se quedaron en los Andes, se adaptaron a las duras condiciones de vida de las alturas andinas y a la hipoxia, o falta de oxígeno en el aire, adonde habían llegado desde hacía unos 12.000 años. Las investigaciones también indagaron sobre la vulnerabilidad de las poblaciones americanas, en especial con la llegada inicial de los colonizadores europeos desde el siglo XVI, que trajeron algunas enfermedades desconocidas por los indígenas. Determinaron que el impacto de las enfermedades propagadas por los colonizadores diezmó, junto con las agresiones de la conquista, a cerca de un 90 % de la población indígena que habitaba en las tierras bajas, y en un 27 % la que habitaba en las alturas andinas.
La ocupación y desarrollo de la cuenca amazónica
Para comprender, y datar, los antiguos procesos de ocupación de la selva amazónica, es necesario recurrir a las evidencias aportadas directamente por la arqueología, complementada por otras ciencias sociales. Desafortunadamente, la región amazónica ha sido poco estudiada por los arqueólogos y antropólogos. El mayor esfuerzo investigativo se realizó en las regiones andinas, y en particular en lo que se ha llamado la América Nuclear, escenario de las grandes civilizaciones indígenas de América. En el caso de América del Sur, el esfuerzo se concentró en estudio de la cultura incaica, y en sus antecedentes, especialmente desde el siglo XII. De tal manera que gran parte de la historia de la ocupación anterior permanece a oscuras. Lo que dificulta la protección de la vastísima región amazónica: no se ama realmente lo que se desconoce.
Esa visión poco desarrollada y asistemática de la realidad amazónica, y su comprensión por el mundo académico occidental, comenzó lentamente a cambiar en el siglo XX. Antes, la Amazonía era un territorio salvaje, huérfano, explotado por los grandes barones del caucho y la minería ilegal, que esclavizaban a indígenas “ignorantes”.
2 obras fundamentales
A partir de mediados del siglo XX se produjeron dos obras fundamentales que plantearon nuevas perspectivas de análisis, y permitieron empezar a comprender el proceso de ocupación de la Amazonía, ambas relacionadas con sus tesis doctorales. A partir de ellos, y de sus seguidores y críticos, creció el interés de las ciencias sociales por las sociedades amazónicas.
1. «Amazonia: Hombre y cultura en una falsificación»
La primera obra corresponde a la investigación que realizó la arqueóloga estadounidense Betty J. Meggers (1921-2012), que trabajaba junto con su esposo Clifford Evans (1921-1981). Meggers, en su tesis de doctorado (Amazonia: Man and culture in a counterfeit) presentada en 1962 en la universidad de Harvard, postuló que el medio amazónico condiciona estrechamente la cultura y la diversidad cultural por medio de dos nichos ecológicos principales: la vasta “tierra firme”, de las tierras altas no inundables, ricas en recursos pero muy dispersos, y las zonas de “várzea”, las estrechas llanuras de inundación o riberas inundables, en las que se alternan las épocas de escasez y de abundancia, dependientes de las estaciones lluviosa y seca, que determinan la creciente o no de los ríos, y de sus recursos asociados. Cada nicho, según Meggers, presenta su propio tipo de adaptación cultural. Los grupos que se adaptan, en pequeñas agrupaciones, en tierra firme, porque el medio no les proporciona mayores recursos para su subsistencia y desarrollo de grandes poblaciones, y la de los grupos mayores y de mayor complejidad sociopolítica ubicados en las várzeas, más productivas. En ambos ambientes, la guerra constituye una estrategia adaptativa de control poblacional, usando complementariamente la brujería o la venganza para conseguir mujeres y recursos, o de las incursiones bélicas en el caso de las várzeas para conseguir esclavos. Hay dos puntos centrales en el pensamiento de Meggers, que mantuvo hasta el final de su vida. Uno, es que en la Amazonía no existieron las condiciones suficientes para el desarrollo de sociedades con una cierta complejidad política, organizativa y económica. El rápido desgaste del suelo, y su pobreza en nutrientes, no fueron propicios para el desarrollo de un modo de vida sedentario de gran alcance. El otro, relacionado con el primero, es que, en cierto momento, y si lo hubo, el impulso del desarrollo amazónico provino de las tierras altas andinas o del noroeste de Sudamérica (Meggers, 1999).
2. El Alto Amazonas
La segunda corresponde a la obra The Upper Amazon, de 1970, del arqueólogo estadounidense Donald W. Lathrap (1927-1990), investigador de la Universidad de Illinois, que dejó una gran obra y un grupo de brillantes discípulos que hicieron interesantes aportes a la arqueología amazónica peruana: Thomas Myers, Warren de Boer, William Allen, J. Scott Raymond, Peter G. Roe. Para Lathrap, el desarrollo no hay que buscarlo afuera, en los Andes, como planteó Meggers, sino dentro, en la propia Amazonía. Y más concretamente en la parte central de la cuenca, en la zona de confluencia de los ríos Negro, Madera y Amazonas, donde se asentaron, afirma, grandes poblaciones desde hacía por lo menos unos 5.000 años. En esa región se domesticaron plantas, se manejaron recursos locales con gran inventiva, y se produjo un núcleo de dispersión de una serie de sociedades agrícolas-ceramistas, extendidas luego a otras zonas de la cuenca del Amazonas, a la cuenca del río Orinoco y al Caribe. Pero ese desarrollo se produjo, según Lathrap, en las fértiles llanuras inundables o várzeas. Así, asegura, respaldado por las investigaciones de Cruxent, Rowe, Heckenberg, Neves, que en esa parte de la Amazonía se asentaron grandes poblaciones. Con esta afirmación, Lathrap se enfrentó al modelo de cultura de la floresta tropical, desarrollado por Julian Stewart y Robert Lowie, que sostiene que las culturas amazónicas estaban limitadas en su desarrollo por un ambiente improductivo y una tecnología simple. En esas condiciones, resultaba muy difícil obtener un excedente que permitiera la acumulación de “capital” material, la división del trabajo y la especialización. Lo que traería consecuencias limitantes sobre la estratificación social y la organización política de estas comunidades.
Ahora la discusión científica pasó a tratar sobre aspectos derivados relacionados con la capacidad de carga poblacional que puede mantener la Amazonía, y su nivel de complejidad de sus sociedades, si correspondían a bandas aisladas y móviles, jefaturas, señoríos, cacicazgos o pequeños estados.
Sobre la capacidad de carga de las regiones amazónicas trata la obra del geógrafo William M. Denevan. Según Denevan, la capacidad de carga de la gran Amazonía (incluyendo la cuenca del río Orinoco y Guayana) es de 6.800.000 habitantes., con una densidad de 0,7 hab/km2, que, luego, en 1996, redujo 5.487.000 personas. Denevan había hecho estudios, con Alberta Zucchi, en los llanos centrales del Orinoco. Luego Stephen Rostain encontró en Guayana, en 2013, estructuras de una agricultura basada en campos elevados y de drenaje, así como en lechos agrícolas, indicativos de la aplicación de una tecnología capaz de sustentar una gran concentración de población.
Un gran impulso a la arqueología amazónica vino de la arqueóloga estadounidense Anna C. Roosevelt, entre 1987 y 1994, con sus descubrimientos en el sitio Parmana, a lo largo del Orinoco. Roosevelt postula la introducción del maíz hacia el año 800 d.C., para almacenar comida y enriquecer la dieta, y plantea la existencia de cacicazgos en la región (Chiefdom in the Amazonas and Orinoco, 1987). Otro gran aporte lo realiza con sus excavaciones de la fase Marajoara (400-1.300 d.C.).
La visión de la Amazonía con algunos grandes centros poblados es reforzada con el descubrimiento de los bosques antropogénicos en Santarém, en el Bajo Amazonas, en Brasil. Esos bosques resultan del empleo de suelos antropogénicos o tierras oscuras amazónicas (TOA), conocidas como terras pretas do indio, empleadas por los indígenas para aumentar la fertilidad del suelo, lo cual es un indicativo de un cierto grado de desarrollo social. La TOA es tierra que tiene incorporados, por la acción humana, numerosos fragmentos cerámicos, huesos molidos de animales y fragmentos de carbón, y son indicativos del tamaño y densidad de las poblaciones que los realizan. William M. Denevan señaló en 1996 que esa tierra negra fue transportada a las tierras altas para compensar la pobreza de nutrientes de sus suelos. Otros investigadores como Heckenberg, al igual de Lathrap, sostuvieron que solo las áreas de várzeas son capaces de albergar poblaciones grandes. Heckenberg y su equipo descubrieron patrones de asentamiento en el Alto Xingú, de Brasil, con una antigüedad entre 1200 y 1600 d.C., que muestran transformaciones del paisaje amazónico a gran escala. Para Heckenberg la existencia de grandes poblaciones está condicionada por varios factores: la articulación regional de asentamientos permanentes, el aprovechamiento de los recursos hídricos, la agricultura intensiva de yuca y de árboles frutícolas, y la existencia de sistemas de jerarquía social, lo que permitiría el aprovechamiento de abundantes recursos hídricos y la aplicación de una agricultura intensiva, con el manejo de los suelos antrópicos. La presencia de esos elementos favorecería la existencia de cacicazgos. Pero es difícil demostrar esa afirmación, por la dificultad de conseguir evidencias arqueológicas. Lathrap señaló en 2010 que los cultivos amazónicas se centraron en raíces como la yuca, que no dejan vestigos como si sucede en una cultura cerealera, que produce granos duros que dejan huella en la arcilla húmeda de las vasijas antes de ser cocidas. Y hay que buscar evidencias indirectas como los utensilios y métodos empleados para la preparación de la yuca amarga, comales o budares para cocinar, o las partes de los animales como dientes, picos de tucán, escamas óseas como la del paiche (Arapaima gigas), un gran pez osteoglosiforme, cuyas duras escamas se usan para cortar, o su lengua como paleta.
La existencia del cacicazgo corresponde a una forma de organización política con un centro de poder o de pequeñas sociedades multicomunales. Ese concepto fue desarrollado por el antropólogo Marshall Sahlins (1958) en sus investigaciones en Indonesia. El cacicazgo se establece sobre la base del estatus y el prestigio de una persona del grupo a partir de la práctica de la redistribución de los recursos entre el resto de los miembros del grupo. En el caso de la Amazonía, era necesario una estructura de poder para el control de las áreas ribereñas o várzeas, por las que había gran competencia entre los distintos grupos indígenas. Y surgió probablemente la figura del jefe supremo, como lo señalaron Roosevelt (1999) y Cavalcante Gomes (2007). Al parecer, así sucedió en Santarém, la capital de una suerte de cacicazgo de los tapajós, de lengua tupí-guaraní, que se desarrolló entre 1250 y 1650 d.C. Para Rostain (2013), esa organización, más que un cacicazgo, era un sistema regional con jefes poderosos en cada aldea que aseguraban el control regional.
Bibliografía básica recomendada
- Cabrero, F. 2017. Sobre bandas, tribus y cacicazgos: aproximación a la arqueología amazónica. Revista Atlántico-Mediterránea, 11, 85-96. Universidad de Cádiz.
- Cartay, R. 2016. La mesa amazónica peruana. Ingredientes, corpus y símbolos. Lima: Universidad San Martín de Porres.
- Cavalcante Gomes, D. M. 2008. Cotidiano e poder na Amazonia pre-colonial. FAPESP/ edusp.
- Denevan, W.M. 2003. The Native Population on Amazonia Reconsidered. Revista de Indias, Vol. LXIII, 227, 175-188.
- Heckenberg, M.2005. The ecology of power. Culture, place and personhood in the Southern Amazon. New York: Rouledge.
- Heckenberg M.; Goes Neves, E. 2009. Amazonian Archaelogy. The Annual Review of Anthropology, 38 251-266.
- Lathrap, D. W. 1970. The Upper Amazon, Hay edición en español. 1970. El Alto Amazonas. Lima: Instituto Cultural Runa/ Chataro Editores.
- Meggers, B. J.1999. Ecología y Biogeografía en la Amazonía. Enfoques teóricos para la investigación arqueológica. Quito: Abya -Yala.
- Meggers, B. J. 1971. Amazonia: Man and Culture in a Counterfeit. Paradise. Hay edición en español: 1991. Amazonia, Hombre y Cultura en un paraíso ilusorio. México: Siglo XXI Editores.
- Roosevelt, A.C. 1999. The development of prehistoric complex. Amazonia, a tropical forest. In: E.A. Bacus, I.J. Lucero , J. Allen (eds.). Complex Politics in the ancient tropical world. Arlington: American Anthropological Association, 13-34.
- Roosevelt, A. C. 1993. The Rise and fall of the Amazon Chiefdom. L´Homme, 126-128. XXXIII (2-4), 255-283.
- Roosevelt, A.C. 1980. Parmana: Prehistoric Maize and Manioc. Subsistance along the Amazon and Orinoco. Oxford: Academic Press.
- Rostain, S. 2013. Islands in the rainforest. Landscape Management in Precolumbian Amazonia. Westnut Creek: Left Coast Press.
- Sahlins, M. D. 1958. Social Stratification in Polynesia. Washington: University of Washington.
- Schaan, D. 2012. Sacred Geograhies of Ancient Amazonia. Historical Ecology of Social Complexity. Walnut Creek: Left Coast Press.
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- Willey, G.R. 1971. An Introduction to American Archaelogy (Vol. 2: South America). New York: Prentice Hall.
El Dr. Rafael Cartay es un economista, historiador y escritor venezolano mejor conocido por su extenso trabajo en gastronomía, y ha recibido el Premio Nacional de Nutrición, el Premio Gourmand World Cookbook, Mejor Diccionario de Cocina y El Gran Tenedor de Oro. Inició sus investigaciones sobre la Amazonía en 2014 y vivió en Iquitos durante 2015, donde escribió La Tabla Amazónica Peruana (2016), el Diccionario de Alimentos y Cocina de la Cuenca Amazónica (2020), y el portal en línea delAmazonas.com, de del cual es cofundador y escritor principal. Los libros de Rafael Cartay se pueden encontrar en Amazon.com
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