La ceiba (Ceiba pentandra (L.) GAERTN) es conocida comúnmente con los siguientes nombres vernáculos o comunes: ceibo, ceiba, bonga, ceiba bonga, ceiba, huimba, lupuna, huimba, pochote, pochotillo, mapajo, mapajo chico, kapok tree o silk cotton tree (en inglés), entre otros.
Taxonomía
Pertenenece al reino Plantae, división Magnoliphyta, clase Magnoliopsida, orden Malvales, familia Malvaceae, género Ceiba, especie Ceiba pentandra (L), GAERTN.
Distribución geográfica de la Ceiba Pentandra
La ceiba (Ceiba pentandra) crece de forma natural en las áreas tropicales húmedas y subhúmedas de América; desde México hasta Colombia, Venezuela y Ecuador; en las Antillas desde Cuba y Jamaica hasta Trinidad y Tobago. También es cultivada en África, India, sureste y este asiático (Chinea-Rivera; Alvarado et al., citados por Honorato-Salazar, Colotl-Hernández, Apolinar-Hidalgo y Aburto, 2015).
Descripción botánica
Es uno de los árboles más grandes y altos de la América tropical –entre 20 y 40 metros en promedio y hasta 70 metros de altura- de tronco recto con un diámetro de hasta 3 metros, cubierto por espinas cónicas fuertes, sobre todo en árboles jóvenes. De copa redondeada con ramas extendidas horizontalmente; sus hojas palmadas están aglomeradas en las puntas de las ramas. Sus flores tienen cinco pétalos de color blanco, rosa o amarillo. Sus frutos son cápsulas oblongas o elípticas que contienen numerosas semillas y fibras lanosas (Gaertner, s.f).
Principales usos y propiedades medicinales
En culturas autóctonas de América y Asia, la ceiba es considerada el árbol de la vida, que conecta al cielo con la tierra.
La Ceiba pentandra es utilizada en ebanistería, en la elaboración de muebles, tableros contrachapados, tableros alistonados, molduras, embalajes para material liviano, cajas y material aislante. También, la cubierta algodonosa de la semilla se usaba como relleno de almohadas y colchones (López Camacho y Montero Monsalve, 2005).
Por otra parte, de acuerdo con Segleau Earle (2008), la corteza de la ceiba contiene alcaloides aporfínicos, saponinas triterpénicas, taninos, compuestos fenólicos, ácido linoleico, dihidroestercólico, estercólico e isoflavones; elementos muy benéficos para la salud.
Todas las partes del árbol se emplean en el tratamiento de diversas afecciones o dolencias. La corteza en decocción se utiliza para el dolor de estómago, diarrea, diabetes, problemas cardíacos, asma, heridas, entre otras. Los tallos son antiinflamatorios y se aprovechan contra el dolor de muelas; las hojas se usan como antiflatulento y contra salpullidos y quemaduras; la flor en decocción se utiliza contra el estreñimiento y de las semillas se extrae aceite que se emplea en comidas y jabones (Segleu Earle, 2008).
Mito de los Tikuna sobre el árbol de Lupuna o Ceiba Pentandra
Entre las muchas leyendas tradicionales de los pueblos indígenas de la Amazonía, la ceiba tiene un papel importante en la cosmología sobre la creación del universo. Por tanto, es considerada un árbol sagrado.
El mito de los Tikuna -que habitan en la Amazonía colombiana– sobre la creación del mundo, relata que en el principio de los tiempos, el universo era oscuro porque la luz se escondía detrás de la copa de una enorme ceiba que vivía en el centro del bosque. Así pues, en la selva hacía mucho frío, además no había colores ni alegría porque el sol no estaba presente (Fundación Secretos para Contar, 2011) (3).
De este modo, de acuerdo con esta leyenda, para sacar el mundo de las tinieblas, Yoí e Ipi, hijos de Ngügtapa (deidad Tikuna), héroes mellizos y primeros pobladores, derribaron este gran árbol con la ayuda de los animales de la selva (Bernal, 2016, marzo 31) (1). Le tumbaron el tronco a la ceiba pero no se caía. Al día siguiente, los animales volvieron con empeño para trabajar sin descanso con el fin de talar el árbol mágico, que no se moría porque tenía corazón y los pájaros carpinteros empezaron a picotear y por eso su cabeza es roja, por la sangre del corazón de la selva (Cantor, Carvajal y Reyes, 2016) (2).
La ceiba tardó varios días en caer y a medida que esto acontecía, el sol fue entrando cada vez más en la selva como un radiante amanecer y con ello las plantas florecieron y la alegría se hizo presente en la selva con el canto y la magia de los animales (Fundación Secretos para Contar, 2011) (3).
Al caer la ceiba o árbol de la vida, su grueso tronco se convirtió en el gran río Amazonas y sus largas ramas se transformaron en todos sus ríos tributarios. Por otra parte, los tallos de la ceiba, debidamente labrados y ahuecados por los indígenas de la Amazonía y de otras regiones americanas, se convierten en grandes piraguas o embarcaciones fluviales capaces de transportar hasta 130 personas, por tanto pudiera decirse que estos indígenas completan a diario su ciclo cósmico, navegando en estas embarcaciones elaboradas con la ceiba, en los ríos creados a partir del derribamiento de este árbol, de la mano de Yoí e Ipi (Bernal, 2016, marzo 31) (1).
Economista (Universidad Central de Venezuela). Profesora titular e investigadora adscrita al Centro de Investigaciones Agroalimentarias «Edgar Abreu Olivo», Universidad de Los Andes. Doctora por la Universidad de La Laguna (España). Premio «Uno de los 10 autores más consultados del portal universitario Saber ULA» (2005); premio en el III Concurso de Ensayos del Banco Central de Venezuela BCvoz Económico, 2016, con el trabajo «Theobroma cacao: transformación y consumo del «alimento de los dioses» en Venezuela y el mundo» (en coautoría).
Referencias
- Gaertner, J. S.f. De fructibus et seminibus plantarum. Recuperado de http://www.conabio.gob.mx/conocimiento/info_especies/arboles/doctos/14-bomba5m.PDF
- Honorato-Salazar, J.A., Colotl-Hernández, G., Apolinar-Hidalgo, F. y Aburto, J. 2015. Principales componentes químicos de la madera de Ceiba pentandra, Hevea brasiliensis y Ochroma pyramidale. Madera y Bosques, 21(2), 131-146.
- López Camacho, R. y Montero Monsalve, M.I. 2005. Manual de identificación de especies forestales en bosques naturales con manejo certificable por comunidades. Bogotá: Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas (SINCHI) y Fundación Chemonics Colombia.
- Segleau Earle, J. 2008. Árboles medicinales: la ceiba. Kurú Revista Forestal, 5(14), 1-4.
- Bernal, R. (2016, marzo 31). Un gigante llamado ceiba. El Espectador. Recuperado de http://www.elespectador.com.
- Cantor, J.F., Cravajal, E. y Reyes, M. 2016. Una aproximación desde el relato mítico y el rito a las prácticas de crianza en familias indígenas Ticuna. Bogotá: Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Recuperado de https://repository.udistrital.edu.co/bitstream/handle/11349/22694/CarvajalHernandezErikaJuliet2016.pdf?sequence=1&isAllowed=y.
- Fundación Secretos para Contar. 2011. La historia de la ceiba que no dejaba ver el sol. Recuperado de https://secretosparacontar.org/es/nuestra-bibliotecas/buscar-por-tema/la-historia-de-la-ceiba-que-no-dejaba-ver-el-sol.