Al principio del mundo solo había la tierra, el cielo, algunas plantas y animales, y Yoi y su hermano menor, Ipi.
El mundo era un caos. Reinaba la oscuridad, porque había un árbol inmenso, una lupuna, que lo oscurecía.
A Yoi se le metió en la cabeza que quería arreglar al mundo. Invitó a su hermano Ipi, que era flojo y pícaro, a recoger frutas al bosque y a conversar con los animales.
Una vez que estaban todos reunidos, le propuso a los animales que tumbaran el árbol de lupuna.
Y todos se pusieron a picotearlo, aserrarlo, cortarlo, golpearlo, pero el árbol no caía.
Yoi llamó a las dos ardillas que había en el mundo. Le pidió a una que subiera al árbol y averiguara por qué no caía. La ardilla era floja y solo llegó hasta la mitad del árbol. La otra ardilla, más ágil, subió hasta la copa del árbol, y le dijo a Yoi que el árbol no caía porque lo sostenía un mico perezoso, que se agarraba del cielo con las manos y con las patas se aferraba a la copa.
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Yoi le dio un ají muy picante a la segunda ardilla, que subió adonde estaba el mico y le puso el ají en la boca. Pero nada que soltaba el árbol.
Yoi le dio a la segunda ardilla un saco con hormigas muy bravas para que se las pusiera al mico. Esta vez el mico, enloquecido por el dolor, soltó al árbol que sostenía.
El árbol se derrumbó con rayos y truenos. Del tronco brotó el agua que formó al gran río Amazonas. De las grandes ramas se formaron las lagunas y los peces.
Yoi se metió en el río y, al sumergirse, desapareció entre las aguas.
Ipi se puso muy triste por la pérdida de su hermano. Agarró el corazón del árbol que flotaba en el agua, lo sembró y cuido. Comió del corazón y se sentó en la orilla del río. De la semilla surgió una mujer, que tomó por esposa.
De pronto reapareció Yoi sobre la tierra, aunque la mujer de Ipi desapareció.
Yoi estaba triste por lo que le había pasado a su hermano. Y se sentó a la orilla del río. De alguna parte salió una hermosa mujer, que se unió a Yoi. De esa unión nacieron los catorce clanes y otros seres vivos.
Se les apareció una iguana, que mataron, asaron y comieron, repartiendo la comida entre los clanes de animales que Yoi había creado. Mientras les daba la comida, les explicaba cómo se juntarían. No se podían unir plumas, como la guacamaya, con plumas, como la garza, pero si plumas con pieles, como el tigre (Jaguar, Panthera Onca). Y les hizo prometer que cada uno levantaría su propio clan, el clan de su padre.
Esta leyenda amazónica corresponde al pueblo de los ticuna, que habitan una amplia zona correspondiente al triángulo amazónico, zona fronteriza entre Colombia, Perú y Brasil.
Para los ticuna, los micos perezosos son niños huérfanos que nadie cuida.
El Dr. Rafael Cartay es un economista, historiador y escritor venezolano mejor conocido por su extenso trabajo en gastronomía, y ha recibido el Premio Nacional de Nutrición, el Premio Gourmand World Cookbook, Mejor Diccionario de Cocina y El Gran Tenedor de Oro. Inició sus investigaciones sobre la Amazonía en 2014 y vivió en Iquitos durante 2015, donde escribió La Tabla Amazónica Peruana (2016), el Diccionario de Alimentos y Cocina de la Cuenca Amazónica (2020), y el portal en línea delAmazonas.com, de del cual es cofundador y escritor principal. Los libros de Rafael Cartay se pueden encontrar en Amazon.com