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Siquihua y el rayo

agosto 16, 2022

Leyenda de la Amazonía ecuatoriana.

El gigante o el coloso Oleo original de Francisco de Goya
El gigante o el coloso Oleo original de Francisco de Goya
El gigante o el coloso Oleo original de Francisco de Goya. Fuente: Attributed to Francisco de Goya , Public domain, via Wikimedia Commons

En las cercanías del río Hollin (Hayllu yacu), había una aldea en la que  vivía un valeroso indígena llamado Siquihua, que se destacaba por ser un diestro pescador y cazador. Gracias a sus habilidades, en su casa nunca faltaba la comida. Su mujer, siempre malhumorada, se quejaba de no poder aguantar el dolor de sus brazos y manos por estar continuamente limpiando los pescados y cortando en piezas las carnes de los animales que Siquihua cazaba en el monte. 

Siquihua había dejado de pescar y cazar para no soportar las quejas continuas de su mujer. Pronto,  la comida comenzó a escasear en la casa. Su mujer, entonces,  lo llamaba flojo, perezoso, que no hacía nada, mientras ella se mataba trabajando. En esos momentos  decía que lo detestaba y que se fuera de la casa.  Siquihua, para no oír las quejas de su mujer, volvía de nuevo al monte  a cazar y pescar, aunque sin éxito. 

Desesperado, y sin saber qué hacer, Siquihua consultó con un brujo o chamán de la aldea que le aconsejó hiciera un largo ayuno, y que no consumiera sal ni ají, ni tuviera relaciones sexuales. Una vez que su cuerpo se hubo purificado, Siquihua volvió a pescar en el río.  Lo intentaba una y otra vez, sin suerte. Una noche de luna llena  volvió  con su atarraya al río. Tampoco logró pescar y sollozó en voz alta. Llovía y  cayó un rayo. Detrás de la luz del rayo vio a un gigante que lanzaba su red y la sacaba llena de peces. Eran tantos, que Siquihua trató de agarrar algunos del gran montón que había.  Pero el gigante le gritó, diciéndole que no se atreviera a tocar lo que no le pertenecía. Que esos pescados eran de él, dueño y señor del río  y de los peces. Y si quería algunos, se los  pidiera y él se los daría. Siquihua le dijo que en su  casa, y en la aldea de donde procedía, no había comida y la gente se moría de hambre. El gigante, que se llamaba Rayu Apaya (Rayo poderoso), se internó en la selva y  le dijo a Siquihua que lo siguiera. Caminaron un largo trecho hasta encontrar a una gran boa, que Rayu aplastó con un dedo, y le pidió  a Siquihua  que la rodeara con un círculo hecho con trozos de leña y de piedras negras. Dijo unas palabras mágicas, y del centro salieron lenguas de fuego que asaron la boa. Comieron de ella. Su carne era deliciosa. Siquihua llevó lo  que sobró de la comida, envolviéndola en la hoja verde de una planta,  y regresó a su casa, alegre por llevar comida. Siquihua ofreció el resto  de la boa asada a su mujer, pero esta lo rechazó,  insultándolo e impidiendo que entrara en su casa. Siquihua, consternado, invocó varias veces el nombre de su amigo Rayu y, de pronto, cayó un rayo dentro de la casa, matando a su mujer. Desde entonces, en todas las noches de tormenta, con rayos y truenos, Siquihua sale a pescar y regresa cargado de peces a su aldea.      

Índice

Fuente:

Adaptación realizada por Rafael Cartay de leyendas recopiladas en:

Valarezo, S. J. A. (2002). La selva, los pueblos, su historia: mitos, leyendas, tradiciones y fauna de la Amazonía ecuatoriana. PDF

 

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