Era un tiempo en que escaseaban los alimentos en la Amazonía. Había una prolongada sequía. Los ríos se secaban y los peces escaseaban. La tierra se agrietaba de lo seca que estaba. No se veían animales en el monte. El hambre se sentía en todas partes.
Los gemelos Cuillor y Ducero viajaron desde su aldea para pedirle comida a su amigo Mangia, que vivía en una aldea lejana. Caminaron días y noches. En todas partes no había otra cosa que pobreza. Las chagras estaban secas y abandonadas. Por ninguna parte llovía.
Mangia los recibió con alegría, obsequiándoles chicha de yuca. En su casa vieron restos de escamas, y los gemelos le preguntaron a Mangia dónde había pescado, y éste los acompañó hasta el río para que lanzaran la atarraya, pero cada vez regresaba vacía. Acosados por el hambre, amenazaron a Mangia para que les dijera donde había alimentos. Éste, presionado por los gemelos, les contó que, muy lejos, había un elevado árbol con muchos alimentos, custodiado por una enorme boa. Los tres se pusieron en camino. Caminaron sin parar durante muchos días y noches, hasta que, al fin, asustados, vieron a la enorme boa cerca del árbol. Pero, para suerte de los viajeros, estaba dormida, digiriendo un gran animal del monte que se había tragado.
Vieron entonces un árbol corpulento, muy elevado, con muchas ramas y una amplia copa. Trataron de cortar el tronco cerca de la raíz, pero era muy duro, y por más que lo intentaban, no lo lograban. Estaban desanimados por tanto esfuerzo inútil, hasta que un halcón, que por allí pasaba, les dijo que el secreto estaba guardado en la copa del árbol. Uno de los gemelos tomó ayahuasca. En trance por la bebida, se convirtió en una ágil ardilla, y subió hasta la cima del árbol. Desde lo alto, la ardilla vio, en la copa, una inmensa laguna llena de peces, con islotes donde había numerosos animales. Vio también un largo bejuco tan largo como el árbol, y que lo sostenía desde la raíz. Entonces, la ardilla se lanzó al agua, y con sus afilados dientes logró, después de un gran esfuerzo, cortar el bejuco, y el gigantesco árbol se derrumbó con un ruido ensordecedor, derramándose todo lo que contenía en su copa. El agua de la laguna se esparció por doquier, buscando el cauce de los ríos cercanos para alimentar su caudal, mientras se llenaban de peces. Las aves salieron espantadas volando hacia el cielo. Los animales liberados se refugiaron en el bosque.
Toda la gente que poblaban las aldeas se beneficiaron con los alimentos que estaban en el árbol de la abundancia. Todos, menos los gemelos Cuuillor y Duero y su amigo Mangia, que murieron sepultados por unas grandes piedras negras que salieron del fondo de la laguna cuando se desplomó el árbol.
Fuente:
Adaptación realizada por Rafael Cartay de leyendas recopiladas en:
Valarezo, S. J. A. (2002). La selva, los pueblos, su historia: mitos, leyendas, tradiciones y fauna de la Amazonía ecuatoriana. PDF
El Dr. Rafael Cartay es un economista, historiador y escritor venezolano mejor conocido por su extenso trabajo en gastronomía, y ha recibido el Premio Nacional de Nutrición, el Premio Gourmand World Cookbook, Mejor Diccionario de Cocina y El Gran Tenedor de Oro. Inició sus investigaciones sobre la Amazonía en 2014 y vivió en Iquitos durante 2015, donde escribió La Tabla Amazónica Peruana (2016), el Diccionario de Alimentos y Cocina de la Cuenca Amazónica (2020), y el portal en línea delAmazonas.com, de del cual es cofundador y escritor principal. Los libros de Rafael Cartay se pueden encontrar en Amazon.com