Se conoce con el nombre común de barbasco a una variedad de especies de plantas venenosas usadas tradicionalmente por los indígenas americanos para la pesca y como sedante. Algunas de estas especies, como Dioscorea bartlettii y Dioscorea composita, fueron aprovechadas por el Dr. Russell Marker y por la farmacéutica Parke-Davis para la fabricación y comercialización de progesterona, a mediados del siglo XX.
La pesca con barbásco
Cuando yo era niño veía a los grandes pescar con barbasco.
Barbasquear, se decía, y a sus oficiantes: barbasqueros.
Usaban una pasta oscura que manipulaban con mucho cuidado, mezclándola con el agua en la corriente lenta de angostos caños o quebradas, a los que habían antes arreglado para obstruir parcialmente el paso del agua.
Al rato salían los peces a la superficie, boqueando, asfixiados, desesperados, hasta que dejaban de debatirse, para flotar inmóviles. Entonces, la gente los atrapaba e introducía en canastas.
Después, con el paso de los años, asistiría muchas veces a la pesca con barbasco en quebradas de poca corriente.
A mi pregunta sobre qué era el barbasco siempre me respondían diciendo que era una planta que crecía en el Amazonas, y cuyas raíces molidas constituían un potente veneno.
El uso del barbasco en Iquitos
En mi estadía de varios meses en Iquitos, investigando los regímenes alimentarios amazónicos, aproveché para saber más sobre el barbasco y sus efectos paralizantes sobre los peces.
Supe que no había solo una planta que se usaba como materia prima para elaborar el barbasco. Que no solo se utilizaban sus raíces, sino también, en algunos casos, las hojas, las semillas y el tronco.
Me interesó saber si comer carne de pescados enbarbascados no resultaba nocivo para el ser humano, y que su efecto era de corta duración, por lo que no se corría con el riesgo de contaminar el curso de la quebrada.
Averigué cuáles eran las especies de plantas más corrientemente usadas como barbasco. Cuáles eran los principios activos que provocaban sus efectos, y cómo actuaba el tóxico y sus perjuicios sobre la fauna acuática.
Pero, en el camino, leí muchas historias sobre el uso del barbasco en los países tropicales del mundo. Algunas muy interesantes. Como la que les narraré, que habla sobre la relación entre los científicos, las grandes empresas multinacionales y los saberes ancestrales autóctonos de indígenas y campesinos pobres.
La ciencia y el barbasco (una historia poco contada)
En 1939 el Dr. Russell Marker, profesor de la Universidad Estadal de Pennsylvania, investigaba sobre sapogeninas, unas moléculas vegetales cercanas a los esteroides, buscando otra forma de reproducir la progesterona, que es, junto con los estrógenos, las dos hormonas sexuales producidas por el ovario, para regular la función reproductiva de la mujer y de su ciclo menstrual.
La progesterona es liberada para preparar al útero para que reciba el huevo fecundado. La producción farmacéutica de tan importante hormona se hacía a partir de ovarios de cerdo, mientras que la testorena se elaboraba de los testículos del toro, y la estrona, de la orina de caballo.
El primer precursor para la producción de hormonas fue el colesterol, pero como se oxidaba, resultaba un procedimiento complejo y costoso.
De allí el trabajo de Marker, que consiguió el patrocinio financiero de la compañía farmacéutica Parke-Davis para sus investigaciones.
Los científicos hacían viajes exploratorios a zonas de rica diversidad botánica buscando plantas “promisorias”. Con ese fin, Marker viajó a Nuevo México, en México, en 1941.
Dioscorea composita, Dioscorea bartlettii
Revisando un libro de botánica local, encontró, casi casualmente, una planta que le llamó la atención. Se trataba de “cabeza de negro” (Dioscorea bartlettii), una planta que crecía en el estado de Veracruz (1). Y también otra planta, Dioscorea composita, cuya raíz era utilizada por los indígenas mexicanos desde tiempos ancestrales para tratar dolores musculares y como anticonceptivo.
Era lo que buscaba: la planta contenía grandes cantidades de diosgenina, un compuesto esteroide que luego transformó en progesterona. Ambas plantas eran conocidas también como barbasco.
El barbasco y la industria farmacéutica
A su regreso, Marker contó a la dirección de la empresa la necesidad de establecer una sucursal en ese estado mexicano, a lo que la farmacéutica se opuso: la planta abundaba y era vendida por recolectores indígenas a muy bajo precio. Parke-Davis era, entonces, una empresa líder en la producción de hormonas sintéticas en el mundo.
Pero Marker volvió a México, y se asoció con empresarios mexicanos para crear la empresa Syntex, que se dedicó desde 1944 a la industrialización de la progesterona, empleando una red extensa de recolectores indígenas pobres a los que se pagaban precios ínfimos por la planta colectada.
Syntex entró en conflictos internos, Marker la abandonó y la empresa fue adquirida por capital estadounidense y trasladada a California (2, 3).
El gobierno mexicano entra en el negocio
La materia prima se extraía de la selva mexicana, los recolectores indígenas y campesinos eran explotados, y encima de eso, la empresa cambió de nacionalidad y se fue de México.
El gobierno federal estableció restricciones para las exportaciones de barbasco, obligando a emplear como intermediarios a la empresa Proquivemex, creada por el gobierno mexicano en 1975, y a pagar sumas más justas por el producto a los campesinos. Una bella historia de nacionalismo.
Pero se organizaron expediciones botánicas a otras regiones del mundo en busca de nuevas especies de plantas con sapogeninas.
Fin del interés de la industria farmacéutica
Mientras tanto, los científicos lograron perfeccionar, a finales de la década de 1970, y a instancias de las farmacéuticas, la síntesis de progesterona a partir del colesterol, prescindiendo de la planta de barbasco, cuya demanda mundial, y oferta mexicana, decayeron dramáticamente, para cerrar esta historia(3). Algo parecido pasó con el caucho, la quinina y la tagua, pero esas son otras historias.
¿De cuántas especies de plantas de barbasco hablamos?
El explorador y naturalista venezolano Charles Brewer-Carías escribió un libro muy documentado sobre cómo sobrevivir en la selva (4).
En el libro se refiere, apoyado por fotografías, a ocho especies de plantas utilizadas como barbasco en la cuenca amazónica-orinoquense.
1. El barbasco (Lonchocarpus utilis)
Se considera el más potente, fácilmente reconocible por sus hojas verdes salpicadas de puntos amarillos. De esa planta se usan raíces y troncos para elaborar barbasco, dentro del agua, Su principio activo es la rotenona.
2. La para-para (Sapindus Saponaria),
Es un árbol del que se usan las semillas y los frutos machacados en el agua. El principio activo son las saponinas.
3. El Jabillo (Hura crepitans)
Es un árbol, del que se emplea la corteza, y cuyo principio activo es el toxialbumin.
4. El rabipelado (Gustavia Augusta)
Es un árbol, cuya madera podrida tiene un olor apestoso. Se usa su fruto machacado, cuyo principio activo es la saponina.
5. El ñongué morado (Datura stramonium)
Es una hierba solanácea, de cuya semilla se elabora la burundanga. Sus principios activos son la isocianina y la escopolamina.
6. El tártago (Ricinus communis)
De cuya planta entera machacada se hace barbasco. Sus principios activos son el alcaloide ricinine y la fitotoxina ricin.
7. La retama (Thevetia peruviana)
Muy venenosa, de la que se machaca toda la planta. Sus principios activos son los glicósidos thevetin y thevetoxin.
8. El camburito (Asclepias curassavica)
Toda la planta es toxica, y se usa como barbasco. La seda que envuelve a la semilla se emplea como yesca. El látex como vermífugo y abortivo. El principio activo es el glucósido asclepiadin.
Hay más especies de barbascos. Lonchocarpus urucu es una planta trepadora que se siembra en las chacras amazónicas para usarla como tratamiento de la sarna, los empeines, la tiña y otras enfermedades cutáneas.
Otra, de la que se puede hablar largamente, es Banisteriopsis inebrians o B. caapi, que en algunas partes llaman yagué, pero más comúnmente ayahuasca. Por su importancia como droga psicoactiva no se usa como barbasco para envenenar peces.
Una clase de química elemental a la orilla de una quebrada
Los barbasqueros que pescan empleando el barbasco, comienzan obstruyendo con ramas el agua de la quebrada para retener los peces que flotarán por la acción paralizante del barbasco.
Una vez que se coloca el barbasco en el agua, empieza a funcionar casi de inmediato. Sus componentes actúan interfiriendo la respiración de los peces, que emergen a la superficie buscando desesperadamente oxígeno.
La rotenina entorpece la respiración, interfiriendo en la oxigenación a nivel de las agallas.
Los tóxicos actúan sobre el músculo cardíaco y el sistema nervioso central, que se paralizan y cesa la respiración.
Los taninos provocan la precipitación de las proteínas en las agallas y se impide la absorción de oxígeno. Pero los venenos que matan a los peces no afectan el consumo humano de los peces embarbascados, y su efecto sobre el agua termina rápidamente. El barbasco, sin embargo, acaba con peces y crustáceos que se encuentren en las aguas, sin discriminar especie, edad o tamaño, causando un daño al ecosistema (5).
Las diferentes especies de barbasco se emplean como medicamento en la Amazonía, para tratar algunas afecciones dérmicas y la leishmaniasis.
Por ser veneno, también se ha usado como la fórmula final. Chirif (6) refiere que algunas mujeres de la etnia amazónica awayún se han suicidado tomando barbasco.
Notas
- Diechl, T.S. (1980). El barbasco mexicano: condiciones y perspectivas de su aprovechamiento. Revista Ciencia Forestal, 28 (5), 24-31.
- Soto, L.G. (2005). Uncommon trajectories: steroids hormones. Mexican peasnts, and the search for a wild yam. Studies in History and Philosophy of Biological and Biomedical Sciences. No. 36, 743-460.
- Hinke, N. (2008). El barbasco. Ciencias, 89, 54-57. UNAM.
- Brewer-Carías, C. (2013). Desnudo en la selva. Supervivencia y subsistencia. Caracas: C.B.C., 141-147.
- Chirif, A. (2016). Diccionario Amazónico. Voces del castellano en la selva peruana. Lima: Lluvia Editores-CAAAP, 67.
El Dr. Rafael Cartay es un economista, historiador y escritor venezolano mejor conocido por su extenso trabajo en gastronomía, y ha recibido el Premio Nacional de Nutrición, el Premio Gourmand World Cookbook, Mejor Diccionario de Cocina y El Gran Tenedor de Oro. Inició sus investigaciones sobre la Amazonía en 2014 y vivió en Iquitos durante 2015, donde escribió La Tabla Amazónica Peruana (2016), el Diccionario de Alimentos y Cocina de la Cuenca Amazónica (2020), y el portal en línea delAmazonas.com, de del cual es cofundador y escritor principal. Los libros de Rafael Cartay se pueden encontrar en Amazon.com
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