El jaguar (Panthera onca) es una de las especies de felinos más estudiadas en el planeta y, sin embargo, las políticas de conservación no han dado resultados a gran escala, porque el número de ejemplares en América, y el territorio de distribución de la especie se reduce progresivamente. En un simposio mexicano, A. Paviolo, uno de los conferencistas magistrales, señaló que se han registrado solo 16 poblaciones, de las cuales solo cuatro contaban con más de 50 ejemplares (Ceballos et al, 2020). De allí la necesidad urgente de establecer políticas de conservación para esta especie que presenta un elevado riesgo de extinción.
Un ejemplo de práctica turística ética positiva que han tenido un efecto notable para la conservación de especies de fauna en peligro de extinción en el continente americano es la relacionada con el avistamiento de jaguares en libertad en la región de El Pantanal en la Amazonía brasileña.
El jaguar en peligro de extinción
El jaguar es el felino más grande de América, y el tercero del mundo. Un macho adulto puede pesar entre 150 y 160 kilos, y tener una talla de 2,75 m desde los bigotes hasta la cola.
A pesar de su tamaño y gran fuerza, que intimida a las comunidades donde vive, el jaguar ha venido siendo acosado especialmente por la continua fragmentación del territorio donde habita. Lo que hace que sea más vulnerable y visible para sus depredadores, en especial los humanos. La consecuencia más directa es que la población de jaguares ha sufrido una notable reducción por la caza ilegal y deportiva, que mata en procura de su hermosa y bien cotizada piel, y por el continuo asedio de parte de los ganaderos, que los exterminan por considerarlo un depredador de sus rebaños ganaderos, en especial en la Amazonía, y por tenerlo como un gran peligro para los habitantes de la región.
¿Cuántos jaguares quedan?
El jaguar ha prácticamente desaparecido en El Salvador y Uruguay, y se encuentra severamente amenazado en el Ecuador, Perú, Guatemala, México, Estados Unidos y Argentina (Ruiz Garcia 2013). Los especialistas estimaban la población de jaguares en cerca de unos 100.000 ejemplares hacia 1900. Ahora, más de un siglo después, se estiman en menos de unos 50.000 ejemplares. De ellos, la mayoría habitaba en la Amazonía brasileña, concentrándose en dos regiones principales: El Pantanal y El Cerrado, donde hasta hace poco eran abatidos por los ganaderos.
Avistamiento de jaguares en El Pantanal (Brasil)
No obstante, a partir de 1990, se tomaron algunas medidas protectoras, y las cosas, comenzaron a cambiar, impulsadas por el desarrollo del turismo de naturaleza. El programa comenzó en cuatro grandes haciendas ganaderas, que practicaban una ganadería extensiva. Las haciendas establecieron centros de observación de jaguares y hostales para recibir los visitantes. Descubrieron entonces, para su asombro, que el negocio era rentable, aparte de que era amigable con el medio ambiente. Sacaron cuentas: las pérdidas que ocasionaban los jaguares, un animal de hábitos solitarios, alcanzaban solo al 4,1 % de las ganancias brutas generadas por el turismo, y eran del 3,7 % en el caso de la hacienda más grande. Una de las cuatro haciendas del programa reportó la visita anual de 1.100 turistas a su hostal, lo que le generaba un ingreso bruto anual de 1 millón de dólares (Hoogsteijn et al, 2015). Hay que agregar, además, que se ha comprobado que los jaguares no representan, en realidad, un grave peligro para la vida de los pobladores de la región (Hoogsteijn et al, 2014; Castaño-Uribe et al, 2015; Marchini, Macdonald, 2012).
Aparte de esta iniciativa en el Pantanal, ha habido otras acciones para estimular un turismo ético en la Amazonia, al celebrar acuerdos comunitarios con grupos indígenas para conservar los grandes vertebrados en áreas no protegidas (Castaño-Uribe et al, 2015). Al conservar la fauna de los grandes vertebrados como el jaguar, se estaba conservando la fauna mediana, y protegiendo al jaguar, que actúa como un regulador de su entorno y es un elemento importante para el equilibrio del ecosistema.
El caso del lobo en Yellowstone
Si se hubiera reducido drásticamente la población de jaguares en El Pantanal brasileño se pudiera haber cometido un grave error ecológico, tal como sucedió en el Parque Nacional de Yellowstone, Estados Unidos. Un error que, afortunadamente, fue corregido a tiempo.
El P.N. de Yellowstone cuenta con unos 9.000 km2. Fue creado en 1872 en territorios de tres estados, mayormente en el estado de Wyoming, y actualmente es el mayor ecosistema para la fauna en Estados Unidos. Visitado anualmente por más de dos millones de turistas, ha confrontado algunos problemas en el equilibrio de su ecosistema.
Allí se había eliminado el lobo, por considerarlo un depredador de otras especies, pero con sus impactos negativos sobre el resto de la fauna. Al ser reintroducido el lobo al parque, disminuyó el número de coyotes, el principal competidor del lobo, y aumentó el número de osos pardos, pumas y las manadas genéticamente puras de bisontes estadounidenses. Y aumentaron también las aves carroñeras. Esa iniciativa de turismo ético, contribuyó a reestablecer el equilibrio ecológico en el parque nacional y a eliminar algunas especies animales de la lista de animales en peligro de extinción (Díaz, 2020)
Bibliografía citada
- Castaño-Uribe, C; Ange-Jaramillo, C.; Ramírez-Guerra, N.; Romero, J.F. 2015. Consideraciones particulares de los felinos en algunas zonas amortiguadoras de áreas protegidas del Caribe colombiano, 209-222, en: Payán-Garrido, E.; Lasso, C.A.; Castaño-Uribe, C. (Eds.). I. Conservación de grandes vertebrados en áreas no protegidas de Colombia, Venezuela y Brasil. Bogotá: Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt.
- Ceballos, G.; Zarza, H.; González Mayo, J.F.; Cerecedo Palacios, G. (eds.). (2020). Simposio Internacional de Ecología y Conservación del Jaguar y otros Felinos Neotropicales. Memorias. Cancún, México: Alianza Nacional para la Conservación del Jaguar.
- Díaz, B.E. 2020. Arte, naturaleza y cascada trófica. Cuadernos de Música, Artes Visuales y Artes Escénicas 15 (1): 9-13.
- Hoogsteijn, R., Hoogsteijn, A., Tortato, F.R., Rampin, L.E., Boas-Concone, May Junior, J.A., Sartorello, L. 2015. Conservación (P.O.) fuera de áreas protegidas: turismo de observación de jaguares (Panthera onca) en propiedades privadas, El Pantanal, Brasil, en: Payán-Garrido, E.; Lasso, C.A.; Castaño-Uribe, C. (Eds.). I. Conservación de grandes vertebrados en áreas no protegidas de Colombia, Venezuela y Brasil. Bogotá: Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt.
- Hoogsteijn, R., Hoogsteijn, A., Tortato, R.R. 2014. Peligrosidad del jaguar para los humanos ¿Realidad o exageración?, 8-9, en: Simposio Internacional Conservación de Felinos en las Américas. Panthera Costa Rica, Sarapiquí, Costa Rica, 23-26 mayo 2014.
- Marchini S., Macdonald, D.W. 2012. Predicting rancher´s intention to kill jaguars: Case studies in Amazonia and Pantanal. Biological Conservation 147 (1): 213-221.
- Ruiz García, M. (2013). Jaguares, genes y conservación.. Investigación y Ciencia, Junio, 2-9.
El Dr. Rafael Cartay es un economista, historiador y escritor venezolano mejor conocido por su extenso trabajo en gastronomía, y ha recibido el Premio Nacional de Nutrición, el Premio Gourmand World Cookbook, Mejor Diccionario de Cocina y El Gran Tenedor de Oro. Inició sus investigaciones sobre la Amazonía en 2014 y vivió en Iquitos durante 2015, donde escribió La Tabla Amazónica Peruana (2016), el Diccionario de Alimentos y Cocina de la Cuenca Amazónica (2020), y el portal en línea delAmazonas.com, de del cual es cofundador y escritor principal. Los libros de Rafael Cartay se pueden encontrar en Amazon.com